Por eso, desde Bodegas y Viñedos Amaró te ofrecemos una serie de reglas básicas o consejos para encontrar el maridaje perfecto.
Antes de entrar en una de las principales materias de la restauración, hay que recordar que el sabor del vino es la combinación de los sentidos del gusto y el olfato y que, en gran medida, está delimitado por la acidez, la graduación alcohólica, los taninos y los azúcares. Hecho importante, si tenemos en cuenta que necesitamos buscar un maridaje que potencie las propiedades de todos nuestros productos. Pero no te preocupes, por suerte, existen un sinfín de combinaciones posibles para agradar al paladar de los comensales más exigentes.
De manera habitual, es común buscar el maridaje por asociación de las características del vino y la comida. Es decir, se buscan propiedades compartidas, como pueden ser el sabor, los aromas, el color o la temperatura, para potenciar todas las propiedades. Por el contrario, los más atrevidos optan por el maridaje por contraste; un buen ejemplo es utilizar un vino blanco para mitigar la sensación de calor provocada por la comida picante.
Estos son algunos de los maridajes más habituales:
- Los vinos rosados, blancos y los tintos con mayor grado de acidez pueden hacer que la comida parezca más salada. Sin embargo, si se toma con una comida dulce, el vino parecerá menos ácido.
- Los vinos blancos son los más aconsejados para acompañar a los pescados menos grasos y el marisco.
- En el caso de las carnes blancas, es recomendable utilizar un vino blanco con baja acidez.
- Si lo que hemos preparado es una comida fuerte, como un cocido, una fabada o algún tipo de carne, no hay mejor compañero que un vino tinto con una alta graduación alcohólica, ya que si lo maridamos con una comida más suave hará que esta no sepa a nada.
- Para las comidas grasas y proteicas es aconsejable tomar un vino tinto tánico con sabor fuerte y seco en boca.
- Los vinos dulces es conveniente acompañarlos de una comida dulce para reforzar ambos matices, pero también son una buena elección si se trata de alimentos salados.
A pesar de que existen ciertas normas que se dan por supuestas en el maridaje de vino y comida, no hay definido un criterio unificado ni se conoce la combinación perfecta. Es más, en muchos casos va a depender del tipo de alimento que se haya preparado y el gusto de los comensales.
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