Por eso, desde Bodegas y Viñedos Amaró, queremos que sigas descubriendo el apasionante mundo del vino y te explicamos cuáles son sus principales propiedades organolépticas.
Cuando hablamos de las propiedades organolépticas del vino, hacemos referencia a todas las características que son perceptibles a través de los sentidos. Un concepto genérico que abarca todo el proceso de cata. El sonido de tu vino favorito al caer en tu copa, el aroma, el brillo, … Un cúmulo de sensaciones que convierten el hecho de degustar un vino en un momento único.
Color, aroma y sabor
Observar el color del vino puede ayudarte a identificar o acercarte a su edad o estado de conservación porque su tono no es fruto de la casualidad. El color del vino está determinado por el tipo de uva que se ha utilizado para su producción, el proceso de elaboración, el clima o la zona en la que se encuentran las viñas.
Por tanto, no va a ser lo mismo, un vino tinto lleno de antocianos y taninos que dan estabilidad a su color durante el proceso de maceración, que un rosado o un vino blanco reposado durante escasas horas junto a los hollejos de las uvas. Además, hay que destacar que el color y el brillo dependen, en gran medida, de la edad del vino y su almacenamiento, así como de la insolación y el grado de estrés hídrico al que ha sido sometido. Por norma general, los vinos jóvenes, almacenados en botella, suelen presentar colores más vivos que los viejos o almacenados en barrica.
No obstante, para que puedas centrarte en distinguir las diferentes propiedades organolépticas del vino, una de las primeras cosas que debes conocer, es que el sabor es la combinación de la percepción de los sentidos del gusto y el olfato. Por tanto, cuando catas un vino, mientras las papilas gustativas diferencian los sabores primarios: dulce, salado, amargo y ácido, provocados por la presencia de los azúcares, los ácidos y los polifenoles; los orificios que conectan la boca con la nariz harán que notes gran diversidad de aromas y matices. Esto va a provocar una apreciación de sabor a fruta, a madera u otros elementos que definen el vino.
Asimismo, en enología existe una distinción entre aroma y bouquet. El aroma es un olor específico proveniente de la variedad de uva empleada, mientras que el bouquet es un olor característico de la forma de procesar el vino.
A menudo, cuando describimos la expresión sensorial de un vino, nos olvidamos del oído y el tacto, pero la cata es una actividad que involucra todos los sentidos. Por eso, cada persona es capaz de vivir una experiencia diferente y completa y, aunque parezca complicado, la propia experiencia personal va a repercutir en el análisis de las propiedades organolépticas del vino.
Propiedades organolépticas de los vinos de Bodegas y Viñedos Amaró:
Lilium Crianza
- Color rojo picota intenso de capa alta, limpio y brillante.
- Aroma a fruta fresca (mora, zarzamora, frambuesa y grosella) y matices especiados perfectamente ensamblados con el tostado de la madera.
- Boca: fresco y potente, largo y persistente. Taninos dulces y redondos con aterciopelado retronasal. Es fino y armónico.
Lilium Roble
- Color rojo cereza con ribetes violáceos.
- Aroma a frutos rojos con tostados de roble.
- Boca: con cuerpo y sabroso, agradable paso de boca.
Amaró
- Aroma: potente y complejo, como corresponde a un vino que ha permanecido 16 meses en barrica de roble. Amplio y sugestivo. Muy variable según va abriéndose en copa y oxigenándose. Sobre un liviano fondo de fruta madura aparecen: tintas, especias y brea con un toque mineral que después dejan paso a cacao, coco y algo de tofe sobre un roble muy estufado.
- Color rojo rubí muy brillante.
- Boca: resulta muy vigoroso, de gran vitalidad y tánico, pero sin ser rudo. Posee un extraordinario equilibrio entre acidez y alcohol. Es largo y carnoso.
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